Si eres gay, seguro te sientes bombardeado por cuerpos perfectos. La publicidad, la TV y los medios en general nos hacen creer que los cuerpos hegemónicos son los más deseables. Esto puede acarrear graves consecuencias.
El ideal de los cuerpos perfectos nos daña en niveles que no reflexionamos: desde nuestra salud mental hasta nuestra alimentación. Estos problemas se pueden agravar tanto que incluso pueden tener consecuencias fatales.
No gordos, solo similares
Una de las primeras maneras en que impacta esa persecución por los cuerpos perfectos en el mundo gay es la manera en la que nos relacionamos. Basta echar una mirada a Grindr para ver cuántos perfiles tienen leyendas como «solo similares».
El famoso «solo similares» no es más que un eufemismo para decir: «no estoy interesado en reconocer ni relacionarme con personas de cuerpos diversos». Por supuesto, aquí entran los gustos y nadie puede obligarnos a que todos los cuerpos nos atraigan sexualmente.
Pero en la búsqueda de «solo similares» y en un mundo gay donde los cuerpos perfectos son la medida ideal, la otredad es excluida. Y al excluir a los otros podemos estarnos quitando la oportunidad de conocer a personas increíbles más allá de cómo luzca su cuerpo.
Ser gay y perseguir los cuerpos perfectos puede resultar muy caro
Los problemas producidos por la idealización corporal van más allá del ligue y a veces entran en el campo de la autopercepción. Nos vemos al espejo y nos sentimos insatisfechos, tristes, incompletos.
Para tratar de contrarrestar esto podemos caer en excesos, tales como privarnos de alimentarnos adecuadamente para eliminar los kilos. En situaciones límite, podemos caer en trastornos alimenticios severos, como la bulimia y la anorexia.
Por otro lado, podemos desarrollar problemas de salud mental como la dismorfia corporal, que es la preocupación excesiva por nuestro cuerpo y su apariencia. Quienes la padecen consideran que son poco deseables o inaceptables socialmente.
Este problema está marcado por la ansiedad y puede causar adicción a las cirugías o incluso llevar al suicidio.
Un cuerpo ejercitado no es sinónimo de saludable
A veces, cuando vemos a un gay que encaja en los estándares de los cuerpos perfectos, pensamos «wow, seguro es muy saludable». Sin embargo, esto puede ser engañoso, ya que no siempre es así. Un cuerpo fit no es sinónimo de buena salud.
Para lograr esos cuerpazos de impacto, muchas personas se someten a ejercicios extenuantes. Esto puede ser dañino y contraproducente porque puede derivar en desgarres musculares, daño a los tendones y las articulaciones y un largo etcétera.
Además, esos cuerpos suelen requerir de una ayudadita: el consumo de suplementos alimenticios. El abuso de los famosos polvos para el gimnasio puede derivar en problemas en hígado y riñones.
Por querer mostrar un exterior increíble, muchas veces se sacrifica lo que no se ve.
Construir una autoestima más allá del cuerpo es posible
Por desgracia, en un ambiente gay donde los cuerpos perfectos abundan, quienes no nos ajustamos a estos estándares —a veces inalcanzables— nos sentimos excluidos. Pero se puede cambiar esta narrativa. El mundo es diverso por naturaleza y los cuerpos también lo son.
Un primer paso para cambiar estos comportamientos es cimentar nuestra autovaloración en atributos más allá de nuestra apariencia o nuestro cuerpo. No se trata de qué tantos músculos tenemos o qué marcas de ropa vestimos. Valemos por el simple hecho de ser nosotros.
En la medida en que construyamos nuestra autoestima sobre atributos no tangibles y no en si tenemos un six pack envidiable, veremos que todo mejora. Necesitamos comenzar a romper las viejas creencias de que en el mundo gay solo los cuerpos perfectos son válidos. Todos somos fabulosos.