Desde que era niña, Asti tenía la sensación interna de que su género era diferente a la forma en que el mundo la percibía, pero no sabía como lidiar con eso, recordemos que nació en 1921. No fue hasta los 40 años, después de la trágica muerte de su hijo de 9, que Robina se declaró trans.

«Lo que fue tan asombroso, una vez que hice el cambio, me convertí en una mujer en cuerpo, alma y mente», aseguró en una entrevista. Asti y su entonces esposa se divorciaron pacíficamente 18 meses después de que ella hizo la transición. Algunos años después, Asti conoció a su futuro esposo, Norwood Patton, en un bar. Se enamoraron y se casaron en 2004.

“Fue una relación maravillosa. Fue, sin duda, el mejor momento de mi vida”, contó.

En 2014, Patton murió a los 97 años y Asti solicitó los beneficios de viuda de la Administración del Seguro Social. Después de un año de espera se le negó el hecho de que no era legalmente mujer cuando se casó con Patton.

A los 92 años Robina comenzó su lucha. Quería ganar el caso «no por el dinero, sino por el acto de humanidad, que es absolutamente necesario aquí».

Asti finalmente salió victoriosa, sentando un precedente importante que obligó al gobierno a reescribir sus políticas sobre cómo manejaba los beneficios de sobrevivientes para las viudas que son trans, pero ella no terminó de luchar. A los 98 años, fundó Cloud Dancers Foundation , una organización sin fines de lucro que apoya a miembros «invisibles» de la comunidad LGBTQ +, que conecta a personas trans de distintas generaciones.

El nieto de Asti, Erik Hummell, le dijo a la revista Out que Cloud Dancers está trabajando para recaudar $ 100,000 para la fundación para celebrar la vida de su abuela.

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