Una constante en la mayoría de las especies es que la hembra vive más tiempo que el macho. Los humanos no somos una excepción Un nuevo estudio de la Universidad de Otago, en Nueva Zelanda, y publicado en eLife, asegura que los carneros castrados pueden llegar a vivir un 60% más que los machos que se mantienen intactos.
La principal aportación de esta investigación arroja nuevos datos sobre la influencia de las hormonas masculinas en el envejecimiento, ya que, por primera vez se ha observado el ADN, según la epigenética Victoria Sugrue de la universidad neozelandesa. En base a las conclusiones obtenidas, los investigadores afirman que la castración en los hombres podría tener el mismo efecto.
Los científicos observaron que existen patrones y ritmos claramente diferenciados en el envejecimiento de ADN de las ovejas en función de su sexo. Además, en el caso de los carneros castrados de encontraron características muy femeninas en partes del ADN muy concretas.
La clave de este trabajo fue utilizar y calibrar un reloj epigenético adaptado a las ovejas que permitiera comparar el envejecimiento biológico de cada animal. Para ello se rastreó la presencia de determinadas etiquetas químicas en la sangre y la piel. Esta herramienta es “una forma de medir la edad biológica de una amplia gama de mamíferos”, según su inventor, Steve Horvath, epigenético de la Universidad de California.
Horvath afirma en el artículo de eLife que han analizado más de 200 especies y es sorprendente la similitud en la forma en la que se produce el envejecimiento. La gran aportación de la investigación de la Universidad de Otago radica en que es el único de los realizados hasta ahora sobre esta cuestión que aisló específicamente los efectos de las hormonas masculinas”.
Tim Hore, director del estudio, asegura que las aportaciones realizadas por su equipo a través de esta investigación podrían resultar de utilidad para desarrollar nuevos trabajos científicos que se centren en analizar los mecanismos asociados a la mayor velocidad de envejecimiento de los hombres frente a las mujeres.
Los científicos de la Universidad de Otago han estudiado también en ratones el impacto de las hormonas masculinas en los patrones de ADN en la piel, los riñones y el cerebro que es donde se ubican los receptores de hormonas masculinas. Los estudios observaron que el envejecimiento del ADN de los ratones en las zonas en las que no hay receptores de hormonas masculinas no ofrecían diferencias significativas entre hembras y machos. Lo mismo sucedió en el caso de las ovejas. Hore asegura que los datos determinantes para su investigación los obtuvieron en la piel y no en la sangre de las ovejas.
Otras investigaciones sobre el papel de las hormonas masculinas
No es este el primer estudio que vincula la castración a una vida más larga. En 2012 se dio a conocer un estudio realizado por dos universidades de Corea del Sur que analizado los registros genealógicos de los miembros de la corte imperial de la dinastía Chosun, que gobernó el país entre 1392 y 1910. Esta investigación relacionaba el papel de las hormonas masculina y, en especial, la testosterona con la menor longevidad de los hombres.
Una de las conclusiones de este estudio era que los castrados vivieron un promedio de 19 años más que los hombres no castrados de su misma clase social. Una longevidad superior incluso a la de los miembros de la familia real. Estas castraciones se producían durante la niñez, según los autores de este estudio, a causa de accidentes o bien de manera intencionada para facilitar el acceso a palacio a los que no pertenecían a la aristocracia.
Su función era el cuidado de las puertas o trabajaban en la cocina y eran los únicos hombres no pertenecientes a la familia real que podían permanecer en el palacio durante la noche. Se les permitía casarse y adoptar niñas y niños, pero en el caso de los varones debían estar castrados. Por lo que todos los eunucos de la corte eran criados por eunucos.
En el momento de la publicación de este estudio de las universidades de Inha y Corea, el doctor Kyung-Jin Min, aseguró en declaraciones a la BBC que “es muy posible que una terapia de reducción de testosterona puede extender la vida de un hombre”. Min también explicaba que “necesitamos considerar los efectos secundarios, principalmente la reducción del impulso sexual en los hombres”.
Otro investigador de la Universidad de Lancaster en Reino Unido, el doctor David Clancy, no dudó en asegurar que los resultados del estudio coreano eran persuasivos “pero no son concluyentes”. El hecho de que los eunucos fueran criados por eunucos podrían tener un impacto “en diferencias en el estilo de vida”.
Clancy apoyó su excepticismo sobre las conclusiones del estudio coreano refiriéndose a un estudio realizado sobre la supervivencia de los castrati comparándola con la del resto de cantantes de ópera masculinos de la época. Según el experto esta investigación “no mostró diferencias en la longevidad de unos y otros”. Lo cierto es que ambos grupos vivían un promedio de 65 años, alto para el siglo XVIII y parte del XIX, los años de auge de los castrati en las cortes y teatros europeos. Clancy atribuía esta supervivencia a que tanto los castrados como los cantantes que permanecían intactos “vivían vidas bastante mimadas”.