Desde películas porno hasta las barras de las discos, el suspensorio está por todos lados en el mundo gay. Sin embargo, no siempre fue así.
De hecho, el origen de esta sensual prenda no tiene nada que ver con la comunidad LGBT+ y muchos podrían pensar que es un poco gris. No obstante, la historia de cómo llegó al mundo del arcoíris y las noches del circuito también es bastante curiosa.
Antes de ser una pieza icónica del mundo gay, el suspensorio tuvo inicios menos deslumbrantes. Fue inventado en 1874 por C.F. Bennett, miembro de Sharp & Smith, una compañía de artículos deportivos. Estos habían sido creados especialmente para darle soporte extra a los mensajeros en bicicleta.
Con el tiempo, tener un suspensorio se volvió algo muy casual durante la Primera Guerra Mundial. Tanto que incluso el ejército de los Estados Unidos proporcionaba uno a sus soldados.
Sin embargo, el auge de los suspensorios llegó a su fin cuando los atletas dejaron de utilizarlos, pues en realidad no sentían que les diera soporte y realmente no eran nada cómodos.
Ahora bien, el suspensorio llegó al extravagante mundo gay en las décadas de los años 50 y 60. En aquel tiempo, la comunidad homosexual adoptó un look hipermasculino que estaba enfocado en resaltar el atractivo de la anatomía del hombre. Por esta razón se volvieron prendas muy populares, como las chamarras de cuero y uniformes militares.
Poco a poco estos accesorios se colaron en las tiendas de ropa interior como una opción que, además de parecer novedosa, traía consigo una identidad de rebeldía. En los años 70, su introducción en escenas pornográficas hicieron que incluso se convirtieran en una especie de fetiche dentro de la misma comunidad.
A finales de esa década, el suspensorio era bastante habitual en los bares gay, donde los dueños vestían con ellos a sus bailarines para atraer más clientela. En entrevista para In Magazine, Monty Tayara, explicó por qué el suspensorio se convirtió en un fenómeno tan popular: ‘Los suspensorios te hacen sentir sexy y cuando los estás usando hay un sentimiento de poder que viene con ello’.
Estas afirmaciones son confirmadas por las nuevas generaciones y modelos, que han cambiado su estructura para hacer más apretado el paquete y resaltar la forma del trasero. Y aunque tuvieron una breve pausa durante los 80 y la crisis por el sida, desde hace un par de décadas retomaron su lugar en el mundo gay.