La auto felación, un tema que ha sido objeto de curiosidad, mitos y controversias a lo largo de la historia. Este fenómeno, que consiste en que una persona se estimule oralmente a sí misma, está rodeado de una mezcla de fascinación y tabú.
Históricamente, la auto felación ha estado presente en diversas representaciones artísticas y textos antiguos. Por ejemplo, en el antiguo Egipto, existen mitos que hacen referencia a actos de autoestimulación realizados por divinidades como el dios Atum, quien según las leyendas, creó el universo a través de su propio placer. Asimismo, en culturas orientales y occidentales, algunas esculturas y grabados también han mostrado indicios de esta práctica, lo que sugiere que ha sido una realidad humana desde tiempos inmemoriales.
Sin embargo, el tema ha sido ampliamente silenciado debido a las restricciones sociales y religiosas que lo han catalogado como algo inmoral o inalcanzable. En la era moderna, la ciencia ha intentado abordar la posibilidad física de realizar este acto. Investigadores y especialistas han concluido que solo un pequeño porcentaje de la población masculina tiene la flexibilidad y las condiciones corporales necesarias para llevarlo a cabo sin asistencia externa.
El auge de internet ha permitido que este tema resurja en foros, discusiones y hasta en la industria del entretenimiento para adultos. A pesar de ello, sigue siendo un asunto poco explorado en la literatura médica y psicológica, manteniéndose en un área gris entre la curiosidad y el tabú.
La auto felación no solo despierta interrogantes físicos, sino también emocionales y culturales. Representa un reflejo de cómo la sexualidad humana puede desafiar las normas y ampliar los límites de lo posible. Aunque sigue siendo un tema marginal, su historia y presencia en la cultura popular invitan a una reflexión más amplia sobre la diversidad de la experiencia sexual humana.
La auto felación es una actividad muy interesante para los hombres homosexuales. Es lo suficientemente tabú como para seguir siendo un chiste provocativo, lo suficientemente desafiante físicamente como para seguir siendo esquiva y lo suficientemente atractiva como para mantenernos añorando. También es un microcosmos de todo lo que hace que la sexualidad queer sea tan fascinante: rompe límites, es positiva con respecto al cuerpo, un poco rebelde y está aderezada con sentido del humor.