Tanto en relaciones de pareja, como a nivel individual, es normal pasar por fases en las que se tenga menos líbido sexual. Las causas pueden ser orgánicas, psicológicas, emocionales o una combinación de ellas.
En la lista figuran el cansancio, el estrés, las preocupaciones familiares o las cargas laborales, todas causas que pueden derivar en problemas que afectan diferentes aspectos de la relación sexual. Pero hay un factor más determinante para la falta de sintonía: la rutina.
“La discrepancia sexual es una constante en cualquier pareja. El deseo es fluctuante y difícilmente pueda ocurrir de manera conjunta en ambos integrantes a la vez”, aclara a Con Bienestar el sexólogo Federico Rinaldi (M.N. 46.757).
Según el especialista, el deseo sexual es una interpretación que nuestro cerebro hace ante determinados estímulos sensoriales, conexiones relacionales y algunos recuerdos o fantasías. El descanso es una necesidad primaria que debe estar cubierta para que se produzca el deseo sexual.
¿Cuánto sexo es suficiente en una relación?
Según la ciencia, un triple y singular componente biográfico, amoroso y ambiental se entrecruzan para dar lugar a tres tipos de deseo:
1. Deseo químico o biológico, el que expresa una necesidad fisiológica.
2. Deseo erótico o sensorial, el que tiende a buscar y contactar con el otro.
3. Deseo sexual tras conexión amorosa y/o emocional.
Cómo superar las dificultades
La disritmia, esa diferencia en el nivel de deseo, se vuelve un problema cuando el que quiere tener sexo más seguido comienza a frustrarse. Siente el rechazo de su compañero o compañera y hasta duda de su grado de atracción.
“Si hay discrepancias, lo mejor es dialogar sin culpar y conversar respecto de las expectativas de cada uno”, sugiere Rinaldi.
Cuanto más pasa el tiempo sin relaciones que se acerquen a las expectativas individuales, el malestar aumenta, el desgaste es mayor y las posibilidades de arribar a soluciones satisfactorias se hacen más difíciles.
Está comprobado que el sexo equivale a menos estrés, y la falta de sexo puede contribuir a la depresión y a un menor sentido de autoestima. En estos casos, recomienda darse tiempo para motivar y dar lugar al deseo.
Cómo alimentar el deseo
La mayor parte de los casos de pérdida de deseo sexual está relacionada con la falta de estímulos. En este sentido, el sexólogo aconseja alimentar la inspiración y la fantasía a través del juego con olores que recuerden a buenas experiencias o viendo alguna película o serie erótica en pareja, por ejemplo.
“Hay que dedicarle tiempo a actividades de disfrute relacional y generar acuerdos sexuales. Masturbarse, comunicarse, tener sexo extracoital y sumarse al acto sexual aún sin tantas ganas”, recomienda Rinaldi.
Si esta situación causa un verdadero problema y se repite en el tiempo, es momento de consultar a un especialista.