¿Cómo se viven otro tipo de amores? Es la pregunta que empieza por el final de la cuestión. Pero antes de llegar a ese punto, desandemos la historia de nuestras relaciones bajo una misma estructura dominante: deslumbramiento, obsesión (stalkeo de redes sociales mediante), conquista estresante (¿quién da el primer paso?), apasionada entrega (a veces interrumpida por insoportables desencuentros), obstáculos e impedimentos (luego de establecida la relación), dependencias y sacrificios hasta que sobreviene el gran final: vivimos felices para siempre. Esta trama ha alimentado innumerables ficciones.
Este circuito señalado en la actualidad como problemático por el feminismo, los movimientos poliamorosos y las nuevas filosofías del amor (a lo Darío Z) es cuestionado cada vez más por las nuevas generaciones (milennials y centennials), que viven los efectos atenuados de algo que para madres y abuelas era la base de la vida: encontrar a la media naranja.
Por eso muchos y muchas no tienen pareja, porque no desean someterse a los drenajes emocionales y energéticos propios del amor así concebido: la espera de un mensaje; el derroche de tiempo que puede ser preciosamente usado para proyectos personales; la vida que se nos va intentando controlar situaciones para no vernos heridos nuevamente en nuestro frágil narcisismo.
Señalamos los puntos principales de ese amor romántico cada vez más temido y rechazado (a la vez que es casi imposible salir de él).
1. Mi todo
Esto resulta en que un hombre está incompleta hasta que encuentra esa pareja: el todo. También resulta en que a una sola persona se le demanda: exclusividad sexual y buen sexo, amigos en común, vacaciones y momentos de ocio compartidos. Si este combo no se arma hay vacío y sufrimiento. El asunto es que ¡muchísimas veces no se arma el combo! ¿Qué haremos?
2. Adicción
La tormenta emocional siempre es inminente. Y esto señala al adicto: no tengo a quien amo a mi lado por tal o cual circunstancia. Como una droga, entonces, estoy a expensas de que venga hacia mí, y de eso depende mi alegría, mi tranquilidad, mi disposición para disfrutar de cada momento.
Cuarentena, otros amores, afectos familiares, vida laboral, chocan con mi deseo de estar con el ser amado. ¿Cómo interpreto este sufrimiento? ¿Me adapto a él, naturalizándolo, o intento trabajar mi “modo de amar” como un malestar de la cultura?
3. La violencia encubierta
Parece obvio, pero las adicciones al ser amado generan comportamientos compulsivos como celos, posesividad y consecuentes violencias sobre las libertades ajenas.
4. “Al amor hay que hacerlo, no pensarlo”
Es una de las frases que el filósofo Darío Sztajnszrajber popularizó en sus videos, entrevistas y posteos de Instagram. Cuando el amor se vuelve un acto narcisista, un regodeo mental, ¿dónde queda el otro real, el ser humano que camina, vive y siente? Enamorarse de una imagen mental es uno de los puntos cuestionados del amor romántico, que se encadena con el punto siguiente.
5. Príncipe azul
Otra cara de la idealización es el “príncipe azul”, un miembro de la monarquía que tiene sangre diferente, que completa con buena apariencia y dinero a rolete lo que a otra persona “le falta”. Esta metáfora, reproducida en mitos “amor Disney” marca una asimetría rampante entre las dos partes de la cuestión y le quita lo mundano y práctico al amor.
6. ¿Y los otros?
El amor romántico se adapta bien a una sociedad capitalista en la que prima el individualismo porque excluye otro tipo de alianzas fuertes de afecto. Establece una jerarquía en la cual la pareja tiene las decisiones últimas, una cantidad de tiempo superior y el privilegio de compartir bienes económicos (alianza que facilita la supervivencia). Cuando esa alianza se resquebraja, el vacío que queda es mayor aún que si hubiéramos repartido esas vivencias entre muchas personas. La sensación de ausencia se torna más difícil de tolerar y el duelo más profundo.
7. Basta para mí
A lo largo de varios amores románticos seriales que nos han dejado cuotas importantes de sufrimiento; citando a Roland Barthes en “Fragmentos de un discurso amoroso”, muchos afirman: “INSOPORTABLE. La sensación de una acumulación de sufrimientos amorosos explota en este grito: “Esto no puede continuar”.
¿Alternativas?
Las crianzas compartidas, la convivencias múltiples o el sentido de tribu y, sobre todo, la reflexión profunda sobre el amor propio que implica asumirnos completos, sin media naranjas o con múltiples medias naranjas, marcan la diferencia y el camino hacia otro tipo de amores. Ya vendrán otras reflexiones sobre lo posible.