´¿Puedo llamarte en tu cumpleaños? ¿sólo para ver si estás bien?, ¿o preferís que me convierta en un fantasma y te deje seguir tu camino?.
Y si te llamo en tu cumpleaños
¿valdrá la pena?…¿te lo mereces?’
Disclosure feat. Kehlani & Syd
A días de mi cumpleaños, mi familia me invitó a un viaje relámpago a Buenos Aires, y yo, si hay algo que necesitaba eran nuevos buenos aires. Viendo todo en retrospectiva, que bueno que acepté. Yo me conozco, si me quedaba en mi depto iba a entrar en un espiral en el que no quería entrar, pensando en todas las cosas que hice mal con Samuel y castigándome innecesariamente por cosas que seguramente no hubiese podido controlar. Rápidamente hice una valija y me fui dejando atrás todo el conflama. Aunque iba a festejar con amigos a mi regreso a Córdoba, un tiempo en familia era justo lo que necesitaba.
Para evitar caer en la depre-pre-cumpleaños, durante el viaje organicé y envié unos mensajes a mis amigos de Buenos Aires para visitarlos y armé planes. El primero en contestar fue Lucas (en realidad no se llama así, pero digamos que si), un amigo bonaerense que no veía hace años. Nos habíamos hecho amigos hace muchos años por facebook y en uno de mis viajes lo pude conocer en vivo. Pero siempre fue todo en plan amistad, nunca nos confundimos ni entramos en el mambo de amor a distancia. Me invitó a unos tragos pre-cumple, y yo, si hay algo que necesitaba eran unos tragos. Fuimos a unos de mis bares favoritos y entre papas fritas y tragos nos pusimos al día. Me contó que estaba contento porque hacía unos meses era indetectable. Hacía un par de años que vivía con VIH y ahora que era indetectable significaba que también era intransmisible. Era algo que quería lograr desde que se enteró que era positivo, yo fui al primero que se lo contó y por eso le ponía contento cerrar esa etapa brindando conmigo. Me contó que se separó de su novio, después de 5 años, y todo lo tortuoso que fue dejar de vivir juntos, la mudanza y todo eso. Ahora estaba conociendo a un chico nuevo y por ahora, iba todo bien. Yo en cambio le conté que de la partida del Sr. Q, de la resurrección repentina de mi ex y por supuesto de Samuel.
Lucas opinó que quizás, Samuel, tenía de esos amigos complicados y que quizás no me quería exponer a eso. Él tenía experiencia con eso de conocer a los amigos de tu novio y que lo destraten. De todas formas, con Samuel habíamos hablado muchas veces de sus amigos y nunca me había dicho algo así, creo que lo hubiese entendido. Nuestra conversación es interrumpida por un llamado. Un amigo de Lucas lo invitaba a salir a un pub y en el medio de la llamada me preguntó si lo quería acompañar. Lo miré y dudé. ‘Sí, vamos…yo lo convenzo’ le contestó a su amigo. No estaba seguro si estaba de humor para conocer extraños, pero que bueno que acepté.
Un subte más tarde, llegamos al pub y nos encontramos con sus tres amigos. Dos de ellos estaban de novios entre sí. Lucas me presentó efusivamente al soltero, al que llamaremos Andrés. Inmediatamente nos enviaron a mi y a Andrés a pedir tragos a la barra, y era muy obvio el plan de todo esto. Ahí conversamos un poco, porque, seamos sinceros, aunque no tengo un tipo de chico específico que me guste, Andrés era el tipo de chico que me gusta ¿se entiende?. Lo que sí, era de la edad de Lucas, eso es un par de años más joven que yo. Pero en ese momento, en esa noche y en otra ciudad ¿a quién le importaba?
Conversamos un poco de la vida, me preguntó mi situación sentimental de inmediato, a lo que respondí cual estado de facebook: ‘Es complicado’. Le conté que casi me había escapado de Córdoba un rato para no pensar. Y aquí estaba pensando en Samuel de nuevo. Me contó que él había terminado una relación hace 2 semanas y también estaba en ese limbo de sentimientos. De repente, ahí, en el medio de toda esa gente, esperando el trago, o por el calor o por haber hablado de Samuel, comencé a sentirme extraño. Por suerte, los tragos estaban listos. Los llevamos a la mesa e inmediatamente supe lo que me pasaba, estaba teniendo un ataque de pánico. Necesitaba tomar aire, así que salí un rato afuera. Andrés me acompañó.
‘¿Estás bien?’ me preguntó. ‘Si, creo que estoy teniendo un ataque de pánico, pero ya se me pasa’. Respiré profundo y me concentré para que pasara rápido. Andrés era estudiante de medicina, así que entendió. ‘¿Querés que nos sentemos allá que hay más aire?’ me preguntó. ‘Dale’. Lucas salió para ver qué pasaba y nos trajo los tragos. Conversamos un rato de nuestras experiencias con los ataques de pánico y se me pasó.
A las 12 brindamos por mi cumpleaños. Había sobrevivido los 35. Comenzaron a llegarme mensajes de algunos amigos. Era algo raro estar celebrando con extraños mi cumple, pero me alegraba de estar haciéndolo. Si me hubiese ido temprano al hotel, seguramente iba a estar dando vueltas en la cama y pensando en Samuel.
Más tarde el novio de Lucas iba a pasar a buscarlo en auto, me ofreció llevarme al hotel, pero ya que estaba cerca, decidí volver caminando. Andrés se ofreció a acompañarme, le quedaba de camino a su depto. Lucas comenzó a mensajearme a escondidas desde el otro lado de la mesa sobre Andrés. Me preguntó si había onda y me contó algunas otras cosas sobre él y nos dio el visto bueno. ‘Divertite, es tu cumpleaños’ me escribió. Y le hice caso.
Caminando hasta el hotel con Andrés, por esas calles poco iluminadas de Palermo, Andrés estaba un poco silencioso, y yo conocía ese silencio, era el silencio pacífico de ‘acá está pasando algo’. Llegamos a la puerta del hotel, y cuando nos íbamos a despedir, me preguntó: ‘¿Vas a estar bien?’. Le sonreí: ‘Si, mi familia está en hotel’. Se puso vergonzoso y me preguntó: ‘¿No querés seguirla en mi depto?’. ‘Emm, no sé, mañana me tengo que levantar temprano’. Era verdad, iba a celebrar con mi familia. ‘Bueno, todo bien’. ‘Nos vemos entonces’. Y nos quedamos mirando y sonriendo. Y me besó en la boca. Un beso largo y tendido. Me abrazó y me dijo al oído: ‘Feliz cumpleaños’. Nos separamos, porque justo el conserje nos vio desde adentro y se hizo el distraído. ‘Nos vemos’. Nos despedimos. Y justo antes de entrar al hotel, recordé las palabras de Lucas. Me di vuelta y lo perseguí. Acepté su invitación. Y que bueno que lo hice.
En su departamento continuamos la conversación, indagué un poco más sobre su ex de hace 2 semanas. Me contó que hacía más de una año venía intentando dejarlo. Pero a veces le costaba darse por vencido y me dijo que no sabía porqué, pero a veces, no quería aceptar que se había equivocado, que había elegido mal y confesarle a sus amigos y familia eso, le daba un poco de vergüenza. Y lo entendí, todos conocemos esos casos de conocidos que siguen en relaciones que no merecen, solo para demostrar que eligieron bien. ¿A quien le gusta, sobre todo en este país, admitir que se equivocó en una convicción?
Después de unos besos relajantes y unas caricias en el sillón, me invitó a la habitación. No sin antes preguntarme si me sentía bien, por todo lo del ataque de pánico y eso. Le dije que ya me sentía mejor. Y era verdad. ‘Sé primeros auxilios’ bromeó.
Antes de comenzar con lo nuestro, me quiso dar unas indicaciones. Le gustaba que en el medio del acto sexual, lo tomen del cuello y si me animaba a hacerlo. Sonreí. ‘Si, me animo’. ‘No muy fuerte’ insistió. ‘Si, entiendo. Apretar sin presionar. No es la primera vez que me lo piden’ contesté. Lo que era cierto, pues, años de experiencia. Y todo estuvo increíble. Si sabía que esa iba a ser una de las últimas veces que iba a tener sexo antes de la pandemia, quizás lo hubiese disfrutado un poco más, quizás lo hubiese besado un poco más. Quizás me hubiese quedado abrazado un ratito más.
Regresé al hotel, ya casi estaba amaneciendo. El sexo me había abierto el apetito, así que me autoregalé unos muffins en el camino. Me dormí leyendo y contestando mensajes de cumpleaños. Me mensajeé con algunos amigos que estaban despiertos y algún que otro ex que me saludó. Muy a mi pesar, no podía sacarme de la cabeza una pregunta: ¿me saludará Samuel?¿recordará mi cumpleaños o acaso había dejado de existir para él?
Ahora viendo todo en perspectiva, por supuesto que todo lo de Samuel me parece muy poco significativo, pero en ese momento no dejaba de pensar en él. Quería verlo una vez más, y tener una última conversación. Algo que en realidad odio, eso de encontrarse con alguien para tener una charla seria para terminar definitivamente. Pero todo había sido tan repentino, y sin explicaciones, que necesitaba ese cierre, aunque sea un mensaje me hubiese servido en ese momento.
A la mañana siguiente me despertó mi familia, me llenó de cariño y abrazos. Y fuimos a almorzar todos juntos. Si hubiese sabido que el siguiente cumpleaños íbamos a estar todos separados, hubiese aprovechado mucho más esos momentos, los hubiese abrazado un poco más, hubiese valorado mucho más el estar todos juntos y celebrando.
Esa tarde recibí un llamado de cumpleaños que no esperaba, era un número de otro país. Era el Sr. Q. Me sorprendió su llamado, hacía meses no sabía nada de él. Nos quedamos conversando un largo rato, y nos pusimos al día. También me sorprendió con la noticia de que en unas semanas iba a volver unos días a Córdoba y me dijo que organizara algo para que nos veamos. Y aunque todavía estaba procesando todo lo que hablamos en su largo llamado, le dije que sí.
En el viaje de vuelta a Córdoba, pensé que volvía un año más grande, pero me alegraba haber dicho ‘si’ al viaje. Haberle dicho ‘si’ a la invitación de Lucas, ‘si’ a la invitación de Andrés. Elegí bien. Aproveché los momentos que tenía que aprovechar y los disfruté al máximo. ¿Acaso esto es crecer? ¿Saber juzgar mejor los momentos, la gente con la que te rodeas? Quizás si era eso. Eso y saber cómo evitar los malos ratos, o al menos aplacarlos por un rato. Elegir cosas que te hacen bien, personas que te hacen mejor. Y si en el camino algo sale mal y cometo algún error, siempre tendré el cariño de su familia y los amigos, de aquí, de allá y de más allá, los que hice a lo largo de este largo camino de treinta y seis años.
Pablo M. Acuña
no mi amor, a los ex, todos lejos, x algo son ‘exs’, pasaron x tu vida y nada mas . a otra cosa mairposa. hay demasiada carne en el mercado porque volver a probar la misma. Excelente columna