‘Mi único error es necesitarte más de lo que vos me necesitas….Aún así te baño en mi afecto…Porque amarte se siente como tostadas francesas en la mañana, ¿cómo podría ser mejor?. Decime cómo hago para que me ames y yo lo hago…’
– Hobbie Stuart
Salté de la cama después de un sueño profundo. Era la cuarta vez que despertaba junto a Samuel. Al haber pasado más de un mes y medio desde nuestro primer encuentro, me había relajado tanto a su lado que había logrado dormir plácidamente. Si bien me había confesado que era prácticamente asexual, quemábamos calorías con nuestras largas sesiones de besos y algo más.
Aproveché que él todavía dormía y fui a preparar un desayuno para sorprenderlo. Lo quería sorprender como él lo hizo la primera vez que pasé la noche en su casa. Mientras preparaba las tostadas pensaba el tiempo que había pasado desde la última vez que hice desayuno para dos. ¿Hacía cuánto que no usaba otra taza que no fuera la mía?¿hacía cuánto no hacía tostadas en cantidad?¿hacía cuánto no desayunaba mirando a una persona a los ojos, en lugar de una silla vacía?¿hacía cuánto no disfrutaba de preparar una comida para alguien más?¿Acaso me estaba empezando a enamorar de Samuel?¿A él le pasará lo mismo?
No nos veíamos mucho, hasta ahora siempre que nos vimos fue por iniciativa de él, y siempre a nuestros encuentros llegaba con muchas ganas de besar, acariciar y hasta morder, ¿pero era sólo eso?¿extrañaba algo más que la parte sexual dentro de su grisexualidad?¿extrañaba la intimidad de nuestros besos o la sexualidad de nuestros besos?
Por supuesto era muy pronto para hacer este tipo de planteos. Era la primera vez que salía con alguien asexual (grisexual en realidad), claro que en esa época no sabía bien que significaba o lo que implicaba. Creo que ni él lo sabía bien. Pero de alguna forma me lo había explicado y lo comprendí. Entendí que él no siempre iba a tener esa pulsión sexual, ni las ganas y a veces ni siquiera formas de demostrar afecto. Lo más cercano a una situación así, fue cuando tuve sexo tántrico con un holandés. Pero eso es otra historia para otro momento.
Tampoco quería como comenzar a presionarlo, o ser intenso, porque me parecía hasta egoísta de mi parte. Mi desafío, en un punto, era deconstruir la manera que yo tenía de concebir, no solo el sexo, sino también la relación sentimental y afectiva que teníamos. Me propuse disfrutar los momentos que teníamos de intimidad y llegar hasta dónde él quiera y cuando quiera. Sentí olor a quemado, y no era mi cerebro planteándose todo esto, eran las tostadas que se estaban quemando.
Sentí movimiento en la habitación, así que rápidamente hice unas nuevas tostadas para sorprender a Samuel. Llegó a la cocina despabilándose y quedó gratamente sorprendido. Después de un lindo beso, o dos, o tres, nos sentamos a desayunar y conversamos sobre lo que teníamos planeado para ese sábado. Le dije que ese finde tenía que terminar si o si la columna que estaba escribiendo. ‘¿Qué columna?’ me pregunta. ‘Emm, las de Sexo Gay En La Ciudad’ le digo, creyendo que ya habíamos hablado de esto. ‘Ah, nunca te pregunté sobre eso’ me contestó. Y me preguntó si era sobre historias reales. Y obvio que le dije que sí y se puso un poco extraño. ‘¿Y estás escribiendo sobre mi ahora?’ – me preguntó curioso pero asustado. Yo me sonreí. Le expliqué que por lo general las columnas van a destiempo con respecto que mi vida real y que uso nombres falsos para mantener el anonimato de los chicos que conozco. ‘¿Ninguno se enojó?’ me interrumpe. ‘Si, al principio, pero muy pocos. Creo que sólo 2’ – me reí incómodo- ‘en las primeras columnas daba muchos datos en sus descripciones y alguno que otro se dio cuenta’. ‘¿Y vas a escribir sobre mi?’ me interroga serio. ‘Emm, no sé, capaz algún día’, le contesté. Se hizo un silencio incómodo, solo se nos escuchaba masticar tostadas. ‘Si no querés no, obvio’ le aclaré. ‘No, si no usas mi nombre real, todo bien’ me dijo. ‘Voy a escribir que no te gustaban las tostadas quemadas’ sonreí mirando el plato con las tostadas quemadas que había desechado. Se rió y se descomprimió el momento tenso. Quizás por esta razón tardé tanto en escribir sobre él.
Después de desayunar volvimos un rato a la habitación, me ayudó a acomodar y el juntó sus cosas. Prendió su celular y comenzaron a llegarle muchos mensajes, lo tenia en vibrador, pero eran muchos y se puso incómodo. ‘¿Grindr?’ le pregunto bromeando. Sonríe y se guarda el celular para seguir acomodando.
Una parte de mi quería invitarlo a hacer algo ese sábado con sol de invierno. Pasear por ahí o ir al cine. Nunca habíamos hecho un plan así hasta ahora, siempre teníamos juntadas semi clandestinas después de salir a bailar o en noches específicas en alguno de nuestros deptos. Así que solo le pregunté: ‘¿Tenés ganas de hacer algo? No sé, ¿salir por ahí?’. Lo pensó un segundo y me dijo que en realidad esa noche tenía el cumple de una amiga, así que debería irse y ver que onda el regalo, bañarse y demás. Así que se fue. No sin antes unos cuantos besos potentes de despedida, rápidos y a escondidas en el hall del edificio.
Durante las siguientes semanas no nos pudimos ver mucho. Tampoco nos mensajeamos tan seguido. Yo también trataba de esperar a que él me escriba primero y por lo general, lo hacía. En mi mente pensaba que también podrían haber otras personas, ya que no habíamos hablado de exclusividad, ni nada. Y tampoco parecía que iba a suceder. Entonces yo lo tomaba como una especie de relación abierta, o como un ‘fuck buddy’ sin la parte del fuck, o un ‘amigo con derechos específicos’. Jajaja, no sé, algo así. Quizás otra cosa importante para deconstruir es esto de tratar de etiquetar nuestras relaciones todo el tiempo.
Más tarde llegó el día de su cumpleaños y lo tuve presente todo el día. Siempre tenía esas pequeñas señales cotidianas que me hacían pensar en él. Cuando esa mañana se me quemaron las tostadas otra vez, decidí escribirle un mensaje de Feliz Cumpleaños. Un poco para que vea que lo recordé y para mostrarle interés en verlo pronto y festejar. A lo que respondió con un mensaje de audio, algo que raramente hacía él. Y me agradeció y me prometió vernos en la semana para brindar.
Y así fue como un jueves por la noche me invitó a su casa a la madrugada para unos tragos. Y no me pregunten cómo, pero en esto de experimentar y deconstruir la sexualidad, asexualidad y grisexualidad entre nosotros, todo terminó en una ducha hot casi a oscuras. Y cuando digo hot, no hablo sólo de la temperatura del agua. Hablo de muchas cosas más. Hacía años no hacía algo así de hot y la verdad fue directo al ranking de las mejores experiencias que tuve.
Pero después de esa vez, algo cambió, y no sabía bien qué. Sus mensajes eran más cortantes, él estaba algo distante. Era difícil de descifrar a veces ¿se estaba alejando o simplemente su asexualidad lo hacía parecer distante?. Era como que habíamos avanzado bastante en la parte de la intimidad y al mismo tiempo estábamos más lejos que nunca emocionalmente. Rarísimo.
Ese fin de semana me pareció verlo entre la gente en la pista de una de esas fiestas multitudinarias. Le escribí un mensaje, pero no contestó. Algo andaba mal. Lo seguí para ver si era él y efectivamente era Samuel. Lo vi irse afuera así que lo seguí, aunque sea para saludarlo. Cuando salí estaba solo a un costado, fumando, algo que nunca lo vi hacer. Me acerqué por detrás y le dije: ‘No sabía que fumabas’. El se asombró al verme y me saludó. Me dijo que casi nunca lo hacía, ‘a veces me pinta’ me dijo y lo apagó. ‘¿Estabas adentro?’ me preguntó todavía sorprendido. ‘Si, te mandé un mensaje, porque no sabía si eras vos’. ‘Uh, ¿en serio?…’ y se fijó en su celular. ‘…no escuché’. ‘No hay drama’ (en mi mente pensé: HAY UN MONTÓN DE DRAMA jaja, pero me hice el relajado). Sin embargo algo dentro de mi le tuvo que preguntar: ‘¿Che, está todo bien?, porque estás medio raro, no sé, capaz me mandé una que no te gustó o algo’. ‘No, nada que ver, estuve con mucho en la cabeza, pero todo bien con vos…posta’ me contestó enfático ‘sino, te lo diría’ y me tomó la mano a escondidas, ahí en una parte con poca luz de la esquina. ‘Okey, te creo’. Se me quedó mirando y pensé que venía nuestro primer beso al aire libre. Pero de repente me soltó bruscamente la mano y se alejó rápido hacia el costado. Desde atrás aparecieron sus amigos. Le dijeron que lo habían estado buscando.
Samuel se puso nervioso, se alteró y siguió conversando con ellos ignorándome. Sus amigos me miraron y no entendían qué hacía yo ahí. Entendí inmediatamente que él no tenía intenciones de presentarme, así que me despedí con un ‘Nos vemos’ y me fuí. A lo lejos mientras me iba escuché que sus amigos le preguntaron por mí, y se burlaron de nuestra cercanía. Él negó conocerme, dijo algo así como que le había dado fuego para el pucho. Volví caminando a casa un poco confundido, un poco triste, un poco decepcionado y otro poco enojado. Yo por él podía deconstruir muchas cosas. Ceder en casi todo, menos en ser desechado como una tostada quemada.
Pablo M. Acuña
uh q bajon, yo x lo gral me alejo d ese tipo de personas, que no saben lo que quieren o lo q uieren todo. capaz q no fue su tiempo ni el tuyo, mas alla de la quimica. pero es lo mejor. alejarse de esa clase de personas, dejar que el tiempo haga lo suyo. NO ESPERAR NADA DE NADIE. y vas a ser feliz Pablo. te lo aseguro. Hermosa la columna
Si, es difícil alejarse cuando parece que todo va avanzando y en sintonía sobre todo. Gracias por tu comentario y tus palabras Riki! Saludos 🙂
Tuve un amigo con derechos y nos divertimos un rato, hasta que todo se complicó y no terminó bien. Hay que dejar todo claro desde el inicio o no funciona.
Totalmente de acuerdo, siempre a favor de abrir la comunicación lo antes posible para evitarse los líos. Saludos David, gracias por comentar.