El hábito que más relaciones rompe según los expertos

Hay un hábito que más relaciones rompe, más que cualquier otro que puedas imaginar. No es la monotonía en la que muchas parejas entran después de años juntos, no es tener gustos diferentes o cambiar de objetivos en la vida. Tampoco la falta de sexo o las infidelidades.

Estas pueden ser causas comunes, sí, pero de acuerdo con la terapeuta de pareja María Baratta, no es la que se encuentra en su consulta la mayoría de ocasiones. La clave es lo que ella llama “rigidez”.

Si la comunicación es la base de una pareja feliz y para toda la vida, la rigidez o inflexibilidad es todo lo contrario. De acuerdo con las definiciones que comparte la experta, podemos entender este hábito como el de cualquiera que es incapaz de “ver el punto de vista del otro”, de ponerse en su lugar, de  “tomar ese punto de vista en consideración y responder de una manera que comunique conexión”, es cuando alguien se niega a ceder a favor de la opinión de otra persona aunque tenga razón.

Lo diferencia explícitamente de cualquiera que pueda ser terco o difícil, ya que Baratta entiende que en esos dos casos alguien, aunque con trabajo, puede acabar entendiendo el otro punto de vista e incluso adoptarlo. Pero una persona inflexible nunca lo hará, y eso es un gran problema porque así es imposible que una pareja pueda llegar a acuerdos. Bueno, podría ocurrir si es la otra mitad la que cede, pero entonces no sería un entendimiento sino una obligación, porque esa persona tendría que hacerlo una y otra vez para seguir adelante. Es por ello que acaba siendo el hábito que más relaciones rompe, ¿quién podría vivir siempre así?

La gran pregunta que muchos tendrán es cómo se puede evitar llegar a ese punto. Aunque según la experta hay ocasiones en las que probablemente haya que tomar la decisión de romper, si la rigidez simplemente forma parte del carácter de alguien y no está unido a otro tipo de problemas previos, entonces se puede recurrir a la terapia de pareja para aprender a comunicarse y, sobre todo, a escuchar.

Escuchar de verdad conlleva no solo entender lo que nos están diciendo, sino también ponernos en su piel, pensar cómo nos sentiríamos si tuviéramos las mismas inquietudes, y también hacer preguntas y mostrar que estamos haciendo un esfuerzo por comprender. Pero para ello, primero hay que ser conscientes de si tenemos esta característica o no. Si es así, entonces está en cada uno el deseo de cambiar y mejorar la relación.