Harry Styles hace apenas unos días fue referencia de los chimentos por la lujosa mansión que puso a la venta en Los Ángeles. Pero el integrante de One Direction no solamente disfruta de millones sino que se prueba en la pantalla grande, donde -al menos con esta película que te recomendamos- le va bastante bien. Se trata de “My policeman” un drama gay, ambientado en el Reino Unido a fines de los ‘50, que dirige Michael Grandage (”Pasión por las letras”, “Red”) que acaba de estrenar Amazon Prime.
La película -que probablemente despierte de nuevo los rumores sobre el supuesto romance entre Styles y su compañero de banda, Louis Tomlinson- narra la historia de un triángulo amoroso entre Tom (Styles/ Linus Roache), Marion (Emma Corrin/Gina McKee) y Patrick (David Dawson/Rupert Everett). Tom es policía y uno de los chicos codiciados de su círculo de amigas y amigos. Marion, una maestra de escuela, se enamora de él. Ambos crean un vínculo en el que -aunque son muy distintos- surge el amor y la entrega. En la escena aparece Patrick, un culto y reservado conservador de un museo que desatará la pasión de Tom.
En aquella Inglaterra de los ‘50 era impensado que un hombre sintiese amor o atracción por otro. Era impensado que una mujer no se casase con su novio. Todas estas restricciones inciden esta historia de amor dolorosa, difícil. Todo llega a destiempo y tiñe de gris la vida de los protagonistas.
Si bien la película de Grandage tiene uno que otro apunte innecesariamente melodramático, el guion (escrito por Ron Nyswaner a partir de la novela de Bethan Roberts) resulta una sólida transposición que sabe cómo llevar los climas y atmósferas de la desazón a los momentos intensos y apasionados; mientras la rigidez del contexto social va moldeando los ánimos de los personajes.
Las actuaciones y las peripecias bien narradas del guion son las que resaltan en este film sobrio, respetuoso, que rehuye del morbo para el espectador incluso en las escenas sexuales, aún cuando no se privan de ilustrar el ardor del deseo.
Es cierto también que no hay una gran profundidad en los dramas personales y de vínculos que atraviesan a los protagonistas pero son es lo suficientemente justa como para gestar una película que tensa y afloja la cuerda de la pulsión en los momentos precisos y, por ello, mantiene al espectador en vilo y entretenido en todo el trayecto.
El final de la historia lo resignifica todo. Es interesante para mantener la intriga cómo el film se instala en dos tiempos distintos que van cruzándose para que podamos entender a nuestras anchas el por qué de cada decisión. Ni malos, ni buenos, ni vengadores, ni traidores: humanos, los tres, que hacen con esas contradicciones amorosas lo que pueden. Y eso, no siempre es feliz, liberador o piadoso.
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