Las situaciones de estrés, sobre todo cuando el factor que lo motiva sigue presente, conlleva cambios en el estado de ánimo, ansiedad, vivencia de vacío y depresión, además de afectar las funciones sexuales. ¿Cuáles son los efectos de la pandemia sobre las relaciones sexuales? Algunos artículos científicos empiezan a explorar esta cuestión.
Más estresadas y sin contención
Un estudio realizado en Italia sobre una muestra de hombres publicado en julio de 2020 en el Journal of Sexual Medicine revela que psicológicamente el estrés puede interferir con la actividad sexual, tanto a nivel emocional como cognitivo, ya que el miedo impide focalizar la atención en el desarrollo del encuentro erótico y en las sensaciones que se despiertan. Esta distracción inconsciente aumenta el umbral para la excitación, necesitando estímulos mayores y sostenidos para conseguirla.
Siguiendo con los resultados del estudio italiano, las mujeres que tuvieron cuatro o más relaciones en un mes bajaron la frecuencia un 58,4%. Habitualmente, las mujeres que están solas son las que más sufren las consecuencias emocionales y sexuales en situaciones de alto estrés; sin embargo, este estudio revela que aquellas que conviven con sus parejas en esta etapa de confinamiento lo sufren de manera semejante.
Esta merma en la actividad sexual agrega más motivos de preocupación que no siempre encuentran un espacio de contención y escucha, por lo cual, muchas lo ocultan a sus parejas. El pánico al contagio, salir a trabajar (un 30% informó que trabajaba o sus parejas salían a trabajar), la ansiedad y la depresión actuaban como factores negativos.
Pandemia, ansiedad y sexo para bajar el estrés
Como decía al comienzo, recién ahora aparecen trabajos científicos sobre los efectos de la pandemia en la sexualidad. Un estudio británico publicado en julio de este año sobre una muestra de más de 800 personas (hombres y mujeres en edad reproductiva) informa que un 60% no estuvo sexualmente activo y solo un 39,8% tuvo sexo por lo menos una vez por semana. Sin embargo, los varones jóvenes con muchos días de aislamiento y consumo de alcohol tenían más sexo que la muestra de varones con características opuestas (adultos de mediana edad o maduros, solteros y abstemios).
La explicación del aumento de la actividad sexual no respondería a una sexualidad asociada al deseo, con una finalidad placentera, motivada por un bajo nivel de estrés sino, por el contrario, podría deberse a la ansiedad, al efecto inmediato de la descarga sexual para bajar el estrés y el aburrimiento, asociación que además puede llevar a aumentar el consumo de alcohol.
¿Y qué pasa en Argentina?
Una interesante encuesta realizada por la Fundación AHF (Aids Healthcare Foundation) y publicada en julio sobre una muestra de 697 personas de todo el país revela que el deseo sexual bajó un 21% y que un 47% de las parejas que tuvieron sexo presencial no usaron preservativo. Otro dato que surge de la encuesta es que el 47% de las parejas separadas por el confinamiento rompieron la cuarentena para verse y tener sexo.
El deseo sexual en la cuarentena tuvo sus etapas: durante las primeras semanas, la oportunidad de las parejas convivientes de estar más tiempo juntas ayudó a mejorar la performance sexual, lo mismo para las parejas separadas por el aislamiento que encontraron en la virtualidad la alternativa y la novedad para estimularse.
Sin embargo, con el paso del tiempo, la monotonía, la cercanía, el no extrañar al otro, la desorganización en las actividades diarias y en las horas de sueño, llevó a una merma del deseo en las parejas que conviven. En el segundo escenario, el de las parejas que quedaron separadas por la cuarentena, la virtualidad dejó de hacer su efecto satisfactorio y transgredir la norma del “quédate en casa” fue la opción, animados por el deseo, los afectos y el cuerpo irrefrenables.
No obstante, toda transgresión implica riesgos, en este caso doble, por la pandemia en sí misma y por no usar profilácticos: el 56% de personas que rompieron la cuarentena no lo usaron, y no es un número menor.