Luciana Peiretti está a punto de hacer historia en el sistema de transporte urbano en Argentina al convertirse en la primera mujer trans en conducir un colectivo de una empresa pública. A sus 27 años, está a un paso de cumplir el sueño que la acompañó desde la infancia, cuando veía a su padre, Néstor, al volante del colectivo de la empresa 12 de Octubre. “Me subía y hacía de cuenta que yo era la conductora”, recuerda Luciana con emoción, quien siempre aspiró a seguir los pasos de su familia de conductores en Córdoba.
En 2018, Luciana inició su “transición de vida”, proceso que le permitió finalmente dejar atrás a Cristian y abrazar plenamente su identidad. Durante esos años, completó sus estudios secundarios y trabajó como estilista en un salón de belleza, con el apoyo constante de su familia. “Siempre me brindaron contención y compañía, lo que hizo que mi camino fuera mucho más llevadero”, cuenta agradecida. Su experiencia fue una excepción dentro de la comunidad trans, ya que enfrentó menos discriminación y bullying, algo que reconoce como un privilegio y un motivo para seguir adelante.
Los Peiretti son conocidos en Córdoba como una familia de colectiveros. Tras la jubilación de su padre, su hermano mayor, que también se llama Néstor, tomó su lugar en el volante y actualmente trabaja como chofer en la capital provincial. Otro de sus hermanos está en camino de continuar con esta tradición. Inspirada por el legado familiar, Luciana siempre anheló ser conductora, aunque confesó que en un principio dudó si su condición le permitiría cumplir ese sueño.
A pesar de sus reservas, Luciana decidió romper barreras y presentó su currículum en TAMSE, la empresa de transporte público municipal de Córdoba. Sin experiencia previa en colectivos, pero con conocimientos en la conducción de autos y motos, además de una gran pasión heredada de su familia, superó con éxito los exámenes psicofísicos necesarios. Ahora, se encuentra en sus últimos días de capacitación en el “coche escuela”, donde practica la conducción de vehículos de gran porte, preparándose para su futuro en las calles de la ciudad.
“Es el momento que esperé desde hace muchos años”, expresa Luciana, llena de ilusión por la oportunidad que está a punto de alcanzar. Su historia no solo marca un avance personal, sino que también representa un hito para la comunidad trans en Argentina, abriendo un nuevo camino en el transporte público. “Espero que mi experiencia inspire a más chicas trans a sumarse a este rubro y a seguir sus sueños, sin importar los prejuicios”, finaliza con la esperanza de ser la primera de muchas.
Luciana Peiretti está a un paso de lograr lo que alguna vez imaginó en los ratos que pasaba con su padre al volante, y su historia simboliza el poder de la perseverancia, el apoyo familiar y la valentía para desafiar las expectativas sociales.