El miércoles, el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, conmocionó al país al anunciar su renuncia como jefe del gobierno de coalición de centroderecha. En una declaración emotiva a la prensa en Dublín, Varadkar, de 45 años, afirmó que no se considera “la persona adecuada para el puesto”, tanto por motivos personales como políticos.
Varadkar, un médico de ascendencia india, se convirtió en primer ministro en 2017 a la edad de 38 años, convirtiéndose en el líder más joven de Irlanda y el primer gobernante abiertamente gay en un país con una reputación de conservadurismo. Desde entonces, ha ocupado el cargo de jefe de gobierno hasta la fecha de su dimisión.
En su declaración, Varadkar expresó gratitud por el privilegio de servir en cargos públicos durante 20 años, incluidos 13 en el gobierno y siete como líder de su partido, el Fine Gael. Sin embargo, señaló que después de siete años en el cargo de líder del partido, ya no se siente adecuado para continuar en esa posición.
Su dimisión llega en un momento de desafío para su gobierno, tras la derrota del referéndum propuesto el 8 de marzo para modificar las referencias a la mujer y la familia en la Constitución irlandesa, redactada en 1937.
La renuncia de Varadkar no solo deja un vacío en el liderazgo del país, sino que también marca el fin de una era en la política irlandesa, donde su presencia como primer ministro ha sido una fuerza de cambio y modernización. Ahora, el país mira hacia el futuro con incertidumbre sobre quién ocupará el puesto de Varadkar y qué rumbo tomará la política nacional en los próximos meses.