Hasta hace algunos años, las papas fritas envasadas tenían un sabor apegado al nombre: sabían a papa frita. Luego, la creatividad del mercado, en busca de conquistar nuevos clientes o estimular a los viejos, concibió una gama interminable de sabores: queso, crema de cebolla, huevo frito, asado, etcétera.
El año pasado, la compañía lituana Chazz subió la apuesta y lanzó unas papas con sabor a vagina. La idea dio resultado, al menos en términos de difusión, ya que el nuevo producto estuvo pronto en boca de todos, al menos en sentido figurado.
Ahora, la misma firma prosigue con su “línea anatómica” lanza al mercado unas nuevas que —según afirman— tienen gusto a pene.
En su sitio web, la empresa subraya que, si bien “puedes comprarlas y comerlas tú solo, tanto los chips con sabor a vagina como los con sabor a pene no están diseñados para consumo personal”, sino para “ser compartidos”.
“Puede ser un regalo increíble para tu ser querido o para un amigo de mente abierta y con un gran sentido del humor”, recomienda Chazz.
“Este obsequio puede ayudarte a enviar un mensaje directo: eres libre de inhibiciones y estás listo para tener conversaciones abiertas sobre sexo, libre de juicios o prejuicios”, añade la recomendación. Asimismo, sugieren que las papitas pueden usarse como un obsequio de pareja, contexto en el que “puede actuar como una clara invitación no solo a disfrutar del sexo oral, dejando toda incomodidad fuera de la puerta del dormitorio, sino también a explorar todas las demás vías que conduzcan al máximo placer para todas las partes involucradas”.
En cuanto al sabor, la empresa asegura que ambas líneas “son deliciosas y agradarán a la mayoría de quienes las prueben”, aunque aclara que “no son los típicos sabores comunes y corrientes, por lo que las experiencias personales pueden variar”.
En su sitio web, Chazz ofrece el producto en una imperdible oferta. El precio regular es de 9.99 euros, pero actualmente se vende a 5.99.