‘Quién lo diría, que se podría hacer el amor por telepatía, la luna está llena mi cama vacía. Lo que yo te haría, si te tuviera de frente la mente te la volaría, de noche y de día, de noche y de día…A kilómetros estamos conectando y me prendes aunque no me estés tocando’. – Kali Uchis
Después de una primera ola dramática de la pandemia, estaba llegando la primera primavera y, aunque todavía no teníamos nada claro, ni pensábamos en una vacuna, el calorcito trajo un poco de calma. Había una teoría que, con el clima cálido, el virus no se reproducía…tanto. Y solo eso nos sirvió para volver a la vida real (léase reactivar la vida sexual).
Todos escuchamos esas historias de gente que se conoció durante la pandemia, o enamorados que se juntaban clandestinamente a tener sexo, haciendo estrategias para evitar los controles policiales, rebelándose contra el sistema. Pero no era mi caso. La pandemia me encontró completamente solo y sin ningún prospecto a la vista. Atrás había quedado Mateo y cualquier ilusión de que volviera a aparecer. Mi único contacto con humanos, era el supermercado, dónde la gente hacía las compras lo más rápido posible, paranoiqueada con que si tocaba algo iba a infectarse y con sus tapabocas exóticos de todo tipo o con cascos y todos con la ropa bañada en alcohol. ¿Muy surrealista todo no? Lo único que pensaba era ¿Esto de verdad está sucediendo?
Desde el Ministerio de Salud de la Nación nos recomendaban videollamadas, sexo virtual y sexting. De hecho, uno de esos infectólogos que salían en la tele, había sido un gran soporte emocional y excelente consejero, durante mi adolescencia (si, todo está conectado en este mundo). Nos habíamos conocido por Fotolog (no hagan números sobre mi edad) y nos pasábamos horas chateando sobre nuestras vidas amorosas en Messenger. Es más, él me sostuvo la mano durante la ‘Debacle del 2003’: cuando me enamoré por primera vez de un hetero (pero esa es una historia para otro momento). Lo importante era que confiaba en mi consejero antes y, por lo tanto, ahora también. Así que tomé su consejo al pie de la letra.
Pionero y defensor del sexo telefónico hace años, por lo entretenido, higiénico y como ejercicio para la imaginación, me gustaba la idea de revivir ese hábito. Pero claro, pequeño detalle, teléfono fijo is dead. No existía más. Tuve que buscar otro camino. Decidí ir por un chat, pero no quería cámaras, ni algo como Omegle, quería algo más old school, y así encontré un chat, que permitía solamente escribir y enviar mensajes de voz.
En este conocí a 3 candidatos nuevos: un cordobés mimoso y pasional. Un español, que pareciera estar dispuesto y caliente, en cualquier momento del día a pesar de cualquier huso horario. Y un porteño hetero, explorando su sexualidad:
Un Morocho & Un Rubio
Nos conocimos en un chat de Córdoba, un día que no había mucha gente, se describió como morocho, 1,88, rulos, de piscis. En un principio, mi idea era hacer todo desde el anonimato, de alguna forma me siento más libre de esa manera. Pero me cayó tan simpático y tierno, que nos terminamos pasando a Instagram. Y por suerte, hubo match, nos gustamos. En ese momento, casi que no podíamos ir a bares o a lugares, así que nos fuimos conociendo así, por mensajes, a veces salían unos mensajes de voz y nos quedamos texteando hasta muy tarde. Él había terminado una relación hacía poco, todavía estaba algo sensible con el tema. Yo le conté lo último que me había pasado, lo de Mateo, aunque muy por arriba, porque sinceramente ni yo entendía que había pasado. A veces teníamos charlas muy románticas y otras todo se ponía un poco más sexual. Hablamos de cómo nos imaginábamos el primer beso, la primera cita, dónde nos gusta que nos acaricien, etc. Todo con mucho detalle. Cuando nos quedábamos hasta muy tarde en la noche, me daba cuenta que él se moría de sueño, pero aún así quería seguir conversando. Un tierno.
No pasaba un día que no conversara con él, y la verdad fue de mucha compañía. Sobre todo, durante mis ataques de asma, los cuales prefería olvidar, negar su existencia y hacer de cuenta que no me iba a morir o que no tenía el ‘covicho’.
Ya que no podíamos conocernos en vivo por el momento, decidimos tener una cita online, la planeamos como algo de verdad. Ya casi que habíamos hablado de todo, así que esta era como una segunda cita, es decir, cine y cena. Me pidió que eligiera una película linda y me acordé de ‘Un Rubio’ de Marco Berger. Porque ¿cómo no empatizar con un personaje gay que se enamora de su amigo hetero? (Perdón, quizás no resolví del todo lo de la Debacle de 2003). Recordaba que la peli era linda, pero en realidad, era más sexual que otra cosa. Y claro, cada uno desde su casa, solos y escribiéndonos, terminamos un poco…erectos. Pero rápidamente, viramos hacia lo romántico, y al menos entre mensaje y mensaje, el terminó virtualmente usando mis piernas de almohada y yo acariciándole su pelo enrulado hasta dormirse. Inteligencia artificial, ¿quién te conoce?. No les digo que fue mi momento favorito de la pandemia, pero seguro está en el top 5. Esta historia ¿continuará?… Puede ser. Hay algo acá.
Un Desayuno & Una Cena
A John, lo conocí en un chat. Ese era su nombre real en teoría, pero quién puede confiar en lo que dice un anónimo desde un chat. John fue uno de los primeros con los que volví al ruedo en esto de los mensajes de voz hot. Y la verdad, fue bastante entretenido. John era, bueno es, un español de Valencia, aunque estaba pasando el aislamiento en su ciudad natal: Gandía. Teníamos unas horas de diferencia, por lo que cuando yo me levantaba, él estaba en la hora del almuerzo en su trabajo remoto. Y a veces, para cuando yo me estaba acostando, él estaba a punto de empezar su día.
Sin embargo, esto no era un problema para John, siempre estaba listo a toda hora para tener una sesión de mensajes hot. Siempre caliente, desde el desayuno a la cena. Por supuesto su voz sumaba mucho, escuchar un hotteo en español ya sabemos que tiene un plus, pero él además era un poco ronco y tenía un tono neutro particular, pero muy contundente y efectivo. No sé cómo explicarlo, pero era bastante adictivo. Llegó un momento que se volvió rutina, el mañanero y el nocturno. Y a veces, salía uno a la siesta. Claro, en ese momento, nos sirvió mucho para relajarnos de lo que estaba sucediendo en el mundo. Y de alguna manera, nos calmaba un montón, nos ponía de buen humor durante el día y nos ayudaba a dormir de noche.
Y ustedes se preguntarán: ¿no es más fácil poner una porno y ya?. Si, pero una cosa es ver a extraños teniendo sexo, y otra muy diferente es tener en el oído a alguien que dice tu nombre mientras te masturbas y conoce las palabras o cosas que te calientan escuchar antes de acabar. Y la satisfacción de calentar y hacer acabar al otro también se siente bien.
En este regreso al sexting y al sexo telefónico si noté que algo cambió. Muchos más hombres (heteros y gays) se animan a tirar un casual ‘te amo’, como con ganas de escucharlo o leerlo en un chat. Y no hablo tanto de ‘en el medio del acto’, sino más bien como algo aparte. Seguramente algo del anonimato hace que se permitan ser más desinhibidos y cursis. John me lo decía casi todos los días y más allá de que me lo tiraba como si nada y naturalmente, empezar el día con un ‘Te amo, que tengas un lindo día’, te cambia un poco el mood de la jornada. También es diferente cuando te quedás maquinando todo el día en lo bien que la pasaste, las guarradas qué nos dijimos y sabiendo que a la noche lo vas a volver a tener en tu oído.
A veces era puramente sexual y a veces…quién lo diría que se podría hacer el amor por telepatía. Todo esto duró casi tres meses, que en años de cuarentena, deben ser como nueve. Después él volvió a Valencia y volvió a salir (mucho antes que nosotros). Ahí conoció a un chico. Se puso de novio. Me lo fue contando y casi que viví con él todo el comienzo de esa relación. Me puse contento de verdad por él, y entendí que de a poco fuéramos dejando de tener nuestras ‘neo-citas sexuales’. Aunque, a decir verdad, las disfrutamos hasta último momento, hasta que se puso de novio ‘oficialmente’. Fue bueno mientras duró. Mentira, fue EXCELENTE mientras duró.
Un Neutro & Un Féretro
A Mauro, el porteño, lo conocí una madrugada de insomnio en el chat general de Argentina. Su usuario era ‘heteroneutro’ y fue él quien me chateó primero. Le pregunté por lo de neutro, creyendo que era algo de la tonada. Pero no, él había investigado lo que era ser neutro ´para los de nuestra comunidad’. Me dio un poco de ternura que lo haya estudiado. Pero claro, es un término que es más usado por nosotros, no tanto para un ‘hetero-flexible’ si es que todavía podemos usar ese término, ya quedó poco deconstruido.
Neutro, es un término bastante nuevo, creado por un usuario de Grindr en el 2013, también lo van a encontrar como ser ‘side’, pero la verdad es que acá o en la vida real no pegó tanto la palabra, más allá de que sería muy útil, porque estoy seguro que se cruzaron con más de una decena de sides en sus vidas.
Se considera neutro (o side) al rol de las personas que no les interesa el acto de la penetración. Puede gustarle todo lo demás en la cama, menos ser penetrado. Hay un debate acerca de si un neutro puede ser activo, pasivo o versátil, en principio no, ya que esos roles giran alrededor de la penetración.
Volviendo a Mauro, toda la experiencia con él fue diferente. Le gustaba primero que nada empezar con los besos en la boca. Por supuesto, hablo de todo por mensajes de voz. Después, una sesión larga de él lamiéndome las axilas, a veces, él sentía que tenía que justificarme sus morbos, cosas de heteroflexibles, no lo entenderían. Me dijo algo así como que jugaba al fútbol y por eso la transpiración le calentaba. A mi no me afectaba en nada la verdad, estaba entregado a la experiencia. Y todo terminaba con una masturbación cruzada, donde quería que lo sostenga del cuello con mi antebrazo. Sin problemas, lo hacemos. En este caso él también quería que le diga ‘te amo’, pero en el medio del acto sexual, cybersexual, neo-sexual, como quieran llamarlo. Me decía que le daba morbo escuchar a un hombre decírselo. Y a mí, la verdad, un poco también me daba morbo que le diera morbo eso.
También fue con uno de los pocos con el que hablamos en directo, le gustaba que nos escucháramos acabar juntos. Y la verdad, la pasamos muy bien. Los miércoles a la siesta y los domingos a la noche, teníamos una cita obligada. Eran los días que tenía más libre para dedicarle un rato largo y claro, también podía gemir un poco más fuerte, sin que nadie lo moleste. Todo iba muy bien, el primer mes había pasado, y digamos que él estaba más flexible que antes. Tanto que habíamos quedado ese miércoles, en que quería probar no ser tan neutro y animarse. Yo tenía ganas de gritarle que todo lo que hacíamos era virtual de todas formas, no lo podía penetrar por telepatía, al menos no todavía. Quizás en un futuro cercano.
A esta altura ya me había encariñado un poco, ya conocía mucho de su intimidad, al menos la sexual. Y él también la mía, eso era un montón. Lo bueno de todo esto, es que de verdad entrena la comunicación en el sexo. No recuerdo haber tenido que poner en palabras escritas o verbales, con tanto detalle, todo lo que me gusta en la cama, lo que me hace acabar y como hacerme llegar al orgasmo. También me gustaba que Mauro al principio era algo serio, muy recto en su actitud, y después se fue soltando y abriendo. Hasta logré hacerlo reír. ¿Acaso nos estábamos enamorando un poco?
Como sea, todo esto era para decir que esperaba con ansias ese miércoles. de hecho, un poco antes de la 1 ya estábamos conectados, porque nunca dejaría esperando a alguien de virgo. Me mandó unas nudes de cómo estaba en ese momento y comenzamos nuestra porno cerebral. Me dijo de ir al vivo, porque estaba re caliente con probar lo que habíamos quedado. Y justo cuando íbamos en la parte de la previa y los besos, de repente, él exclama un: ‘Noooo, boludooo…no lo puedo creer’. Yo escucho que afuera de mi ventana empiezan a tocar bocinazos: ‘¿Qué pasó?’ – le pregunto- ‘No, no, no…Murió Maradona’. Subió el noticiero en la TV y se puso a escuchar eso. Yo medio que no supe cómo reaccionar, pero él quedó shockeado, full conmocionado. Empiezo a escuchar que la gente afuera también se pone a gritar, algunos gritan ‘Diegooo’. Podía escuchar que Mauro estaba a nada de llorar, así que cortamos y él se desconectó del chat. Nunca más supe de él.
No es la primera vez que me abandonan en el medio del acto sexual, pero viendo el vaso medio lleno, al menos esta vez me dejaron por un hecho histórico. Viendo el vaso medio vacío diría que me dejaron por un muerto, pero no entremos ahí. Si, ya sé, no debería estar haciendo juegos de palabras con esto. Perdón, pero la verdad es que Maradona nunca fue un ídolo para mí, tengo mis razones.
Más allá de todo, estas neo-citas me enseñaron muchas cosas nuevas sobre mí, aprendí cosas que no sabía que podía lograr, y ya sé, hay gente que nunca lo va a entender. Tampoco pienso que esto vaya a reemplazar lo real, y si, eso es verdad. Pero no podemos negar que entre masturbarse viendo una porno con desconocidos y masturbarse con alguien que al menos le escuchás decir tu nombre, te habla directo, hace y dice lo que le pidas, no me van a decir que la segunda no es mejor.
Y también siento que, sinceramente, podría tener un vínculo con cualquiera de los tres en la vida real, si quisiera y si ellos quisieran. No creo que sea algo tan superficial o artificial. Me parece bastante cercano e íntimo. De hecho, con algunos que conocí en esa época, aún sigo en contacto. Hay que aprovechar antes que seamos reemplazados por la AI.
Además de verdad, me ayudó mucho a relajarme, con los episodios de vértigo y los ataques de pánico en el medio todo el caos. Alguna gente hizo masa madre, otros aprendieron a meditar, otros fumaron porro, yo hice esto. Como sea, no pueden juzgarme, yo solo le hice caso al Ministerio de Salud.
Escrito por Pablo M. Acuña
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