Ver porno es una práctica sumamente común entre las personas, sobre todo en los hombres. Aunque en torno a su producción y consumo existen varios dilemas que se han vuelto famosos en el mundo, y que quizá han reducido la normalización de su consumo, el hecho es que desde que la gente es muy joven, ya se mira pornografía para entrar en contacto con un lado más sensual de sí mismo o para activar su deseo e incluso para ayudarse a sentir placer en casos como la masturbación.
Las investigaciones comenzaron en el marco de los estudios del aprendizaje y la memoria, que después se ocuparon de entender de qué manera el ver porno podría afectar en estos temas. Lo sorprendente es que se identificó que la pornografía tenía una capacidad muy fuerte para modificar la composición del cerebro mediante su cualidad llamada plasticidad, que es la capacidad que tiene el cerebro de cambiar y adaptarse como consecuencia de las experiencias. Esta capacidad del cerebro puede ser muy positiva porque es la que nos permite seguir aprendiendo idiomas, nuevas labores, mejorar la memoria y mucho más. Sin embargo, en el caso del consumo de pornografía, como los estímulos que se presentan ahí son muy intensos para el cerebro, el efecto es bastante fuerte.
Al hecho de que la pornografía es muy estimulante y fomenta cambios en el cerebro habría que añadir lo accesible que resulta verla. Basta con tener un celular para acceder a un sinfin de videos porno y esto nos hace especialmente vulnerables a sus efectos hiperestimulantes. Por lo mismo, los expertos comparan el consumo de pornografía con el consumo de drogas, pues el cerebro está configurado para responder a los estímulos sexuales con liberación de dopamina, un neurotransmisor que se activa cuando esperamos una recompensa y que además genera memoria de cómo podemos obtenerla, causando dependencia para sentir placer de nuevo.
Otro de los efectos en el cerebro de ver porno es que reconecta las neuronas de manera en que el cerebro entra en un estado más joven que el adulto… lo cual no es necesariamente bueno, pues aunque te haga sentir jovial y activo, tanto como tener sexo, lo cierto es que también conduce a menor control de los impulsos y a una desregularización en la química del cerebro.
De hecho, los estudios mencionados demostraron que algunas de las repercusiones de ver porno en exceso para la mente pueden ser cambios radicales en la liberación de dopamina, dificultando el bienestar y creando depresión y ansiedad, y también una baja salud mental.
A esto hay que sumar que la pornografía se ha asociado con una erosión de la corteza prefrontal del cerebro, área que se vincula con funciones como la moralidad, la voluntad y el control de impulsos. Para entender esto mejor, hay que recordar que la corteza prefrontal del cerebro no se desarrolla en la infancia y por eso a los niños les cuesta trabajo controlar sus emociones e impulsos, pero cuando un adulto daña su corteza prefrontal, su cerebro será como el de alguien más joven, casi un niño, y tendrá dificultad para controlar su conducta y tomará decisiones impulsivas o compulsivas también. Así que hay que tener cuidado con el consumo de pornografía si no queremos tener el cerebro de un adolescente impulsivo.