Como cada año los argentinos celebramos el Día del Amigo con programas 100% gastronómicos, pero que de cualquier manera sirven de excusa para mirar en nuestras relaciones e incluso revisar algunas de sus variantes más naturalizadas , me refiero a la figura del «amigo con derechos», expresión que suena más a consuelo que a sentimiento.
Recuerdo experiencias personales y descubro que sigue tratándose de un vínculo inclasificable para la mayoría de los hombres y mujeres sexualmente activos . Cuando nos preguntan qué pensamos acerca del tema por lo general opinamos con la autoridad de las frases hechas y las certezas ajenas, fórmulas que efectivamente fracasan cuando toca ponerlas en práctica. Somos humanos, y vivir no es otra cosa que arder en preguntas , bien decía Artaud.
Aunque hoy estén forjadas a WhatsApp y pocas tardes de café , y pese a que muchos creen que «like» es un sinónimo, a mi entender la amistad es un tesoro que trasciende cualquier banalidad, incluido el mandato de la carne. La RAE la define como un afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato . Por eso mismo creo que deberíamos empezar a hablar con propiedad y resignificar el término «amante», tan injustamente aplicado a las relaciones ilegitimas (sexo fuera del un matrimonio o relación de pareja estable) pero que en rigor describe lo que es un amigo con beneficios, pues se trata de alguien por quien tenemos un afecto interesado. A no engañarse: así sea buena persona y gran confidente, un amigo con derecho a roce es un amante . Un amigo es otra cosa.
Capítulo aparte, y a propósito de estos conceptos limítrofes, un sondeo reciente realizado por la red de citas para infieles Second Love arrojó que 6 de cada 10 usuarios no elegiría a un amigo como amante. Según las estadísticas del sitio (con 2,5 millones de usuarios globales y 300.000 en Argentina), se incrementó en un 60% el número de hombres y mujeres que al momento de un affaire prefiere a un desconocido , por eso recurren a las redes sociales para conocer y contactar gente nueva. La mayoría asume que un romance con alguien fuera de su entorno cotidiano hará menos complicado ponerle fin, lo que es un grave error: la exigencia siempre es la misma (respeto, para el caso).
Un dato relevante de la encuesta es la alta rotación del infiel : cambia de amante casi como de calzón , cada tres meses en promedio. Es que al cabo de ese tiempo indefectiblemente uno de los dos empieza a reclamar más. Entonces vencido el beneficio, vencida la amistad. Para Matías Lamouret, vocero del portal, esto «contrasta con otras encuestas e informes que afirman que muchas personas fantasean con sus amigos. Quizás sólo quede en eso, en una fantasía, no para una aventura».